viernes, 24 de julio de 2015

Concédeme esta última psicofonía, amor.

Me juego la cordura asegurando que has cambiado de labial a uno sabor café.
Porque no encuentro sentido a esta carencia de sueño,
ni a esta adictividad y ganas de.

Dicen por ahí, que nada de eso tiene que ver, que todo lo provoca tu ausencia
y que olvide a los fantasmas que no me dejan ser.

Pero no tienen ni idea, porque desde que no estás yo soy uno, que no es capaz de mirarse al espejo porque su propio reflejo le da miedo.
Pero me tranquiliza el imaginar que sabes de lo que te hablo y que por eso no quieres verme.
Entonces, se forma éste círculo de vicios,
sin el mayor de ellos, que eres tú.

Y me queda conformarme pensando que volverás y me concederás una última psicofonía.

La luna no usa tacón

Hoy decías
que querías estar guapa,
cómo si eso no fuera ya algo habitual.

Que te pintarías los labios para camuflar
tu mueca triste.
En vez de dejarlos libres
y que tus mariposas vuelen.


No te peines, estás genial. 
Así, salvaje,
librando alguna de tus guerras.
Ya sabes,
a mi, que me encantan,
no sabes como envidio
a las enredaderas que quedan colocadas
con delicadeza sobre tus pechos,
bailando.
Sin compás, sin miedo alguno
a pisar los pies
de tu corazón.

Quédate en zapatos planos
o descalza.

La luna
es la que debería usar tacón,
porque sigue sin estar a tu altura.

Y yo, que tampoco lo estoy,
me quedo aquí, observando
y joder, 
menudas vistas.