lunes, 16 de enero de 2017

El word también te ha marcado como falta

Pensaba que había sido una buena semana
pero sólo estaba ocupada y rodeada de gente.

A veces la mierda es tanta
que me resulta insoportable quedarme a solas sin nadie al lado que camufle el olor.

A veces siento compasión por mi
y me tiro al suelo para hacerme pequeña,
pero cuando lo fui lloré mucho

y no hago más que odiarme.
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La mujer de la bicicleta me dio permiso para estar triste
y la del médico para que lo siga estando
mientras me miro en el espejo.

J hace que no me aguante,
porque ahora no está
pero yo sí conmigo,

y por no odiarle a él
lo hago yo un poco más.

Ya no sé si echo de menos a J o cómo me sentía cuando hablaba con él

 y no tanto conmigo.

viernes, 1 de abril de 2016

Los Miércoles y los limones

La noche me pide hoy que me reconstruya y que viva como los de ahí fuera,
que solo eres un capullo más me dice
uno más
   uno más...
             Menos.

Y claro que lo sé, pero solo podía pensar aquella frase que ella dijo
sin imaginar las lunas que me tocaría cuidar.

No la entendí,
una vez más
     una más...
                Menos.

Pero esta vez no pude conformarme 
y es que tenía una pequeña obsesión con tenerlo todo en orden.

Mi día favorito; el miércoles, era el día en el que mi tiempo libre lo dedicaba en alinear los limones del verdulero y a ella eso siempre le produjo una importante acidez que nunca entendí.

Y decidme qué podía hacer yo entonces,
el capullo corriente de los limones
que no sabía nada

y solo podía pensar en ella y mi río,
en ella y su risa.

Ahora duermo durante el día, me molesta la luz, me gusta la sangre y no el ajo si no es ella quien lo añade a la comida.

Mi cabeza hecha mierda no guardó abono para la palabra "fotosíntesis" e hizo la selección estúpida para conservar solo aquella maldita frase.
Ya no alumbran las velas que compro en el bazar de abajo de casa.
Pero tú sí que quemas y ya es imposible alargar el verano y más aún que seas abrigo de esta ausencia.

El parque que sigue al bazar, siempre está vacío desde que no lo paseamos y el columpio solo lo utiliza el gato negro que me da buena suerte, pero no me deja verte.

La vecina de al lado sigue robando de nuestro árbol como siempre, solo que ahora con más descaro,
pues no te escucha cantar a Pedro Pastor y cree que no estamos (pero yo sigo); sé que te gustaría que le dijera algo, que no la aguantas y que odias que toquen tus mandarinas. 
Pero es que es lo más cerca que puedo estar de imaginar que regresas gritando y que me despedazas como a una de ellas y que así, no te quede más remedio que quedar impregnada de mi olor.

Soy diferente, puedes volver.
He cambiado de día favorito y los limones nunca están ya alineados.


sábado, 5 de marzo de 2016

Dirección X

Podría hacer como si nada,
como si no tuviera ni puta idea.
Podría seguir arañando,
como si aún me quedarán uñas.
Podría seguir callada,
como si siguiera afónica desde dentro.
Podría fingir que eres refugio,
como si quisiera quedarme en casa.
Podría quedarme en casa
como si quisiera llorar tranquila.

Querría estar tranquila
si quisieras verme llorar
si supieras llegar
si no tuviera que darte la dirección,
porque ni yo la sé,
porque ni creo que exista.

Pero este sitio es una mierda
y no me gusta,
y a ti tampoco te gustaría;
pero no puedes verlo
y mucho menos
imaginarlo.

Que la incógnita tiene más de eso
que de lo otro.
Que la peli X te la montes en tu cabeza,
dejando solo las dudas.
Y que después, te la arranques como la costra de la herida que solo te está estorbando. Porque es lo único que hace.

Estaba hablando de tomar medidas, pero lo he tenido que dejar; porque ni yo las sé, porque ni creo que existan.

lunes, 18 de enero de 2016

Suma la caída tras el portazo

He vuelto a mentir y he vuelto a esconderme;
Es algo que suelo hacer cada cierto tiempo.

Llevo varios días
ocultando la sangre de mis dedos que gotea; aún húmeda,
regando lo marchito.

Prometo que se trataba de una mentira pequeña que compensara el daño.

Ni siquiera me había escondido bien,
Ni siquiera había pedido jugar.

Así que dejé asomando varios gritos,
pero no quisieron escucharme.

Carecía de fuerzas para estar alerta
y esperar aquel portazo;

Así que dejé mis dedos esperando y acariciando tu llegada.

La sangre no era ninguna metáfora, cariño mío.

Yo misma fui
la que provocó su caida
poniéndose la zancadilla
con el único fin de darse de morros

contigo.

Ahora duermo en el portal y mis rodillas han dejado un mensaje en el lado izquierdo de la alfombrilla.
Todavía no lo entiendo, ya lo grito otro día.

sábado, 16 de enero de 2016

La belleza como entidad
después de conocerte,
de que seas,
de que le seas,
de saberte
y no de memoria,
por si acaso, se le olvidas.

jueves, 14 de enero de 2016

Suma el portazo

Primera hora de la mañana
y ya puedo sumar un día más.

Un día más  en el que hago que no te veo,
Un día más en el que solo te visualizo bien cuando te marchas,
que es como mejor te recuerdo.

Y es que ya no encuentro las palabras
que cuenten esto,
y yo, ya no sé.

Que éstas me ignoran
y las pocas que me quedan,
no pertenecen a mi idioma;
Que al buscarlas, el diccionario me baila,
tararea tu nombre y en cada paso,
pisa.

Me he quedado sujetando la puerta
por si querías pasar y la alfombrilla
está llena de mierda.
Pero he sacado la basura,
necesitaba que me diera el aire.

Digamos que nunca imaginé 
que tendría que girarme 
por si no te volvía a ver
y no para mirarte el culo.

Que se me ha cansado el brazo
y ha sonado el portazo.
Que ha sonado a roto
y no soy yo.

viernes, 11 de diciembre de 2015

Qué hago yo

Dime qué hago yo,
después de haber encontrado
el poema en el que maldecía
desconocer la estructura
que seguían tus lunares
ahora que ya los he acunado,
y no puedo seguir cantando la nana que haga que duermas en mi clavícula
(acomodada ya para ti)
porque solo quiero que nos hagamos gritar
y tú confundes eso con no callar y no decirnos nada nunca;

que no puedo seguir cantando
porque no puedo mentir más,
porque no me da la gana,
porque tú me estás creyendo.

Y no te automatizo, no,
y no dejo de mirar las pecas
que salpicas cuando te da el sol, no.

Y qué guapo que estás ahora.
Mierda.

Que se me hace demasiado familiar tu olor para lo huérfana que me siento cerca de ti.
Que continuamos sin gritarnos y sin embargo,
solo escucho ruido.

Vuelve aunque no te hayas ido.

Que lo sé, que no nos acabamos de conocer, pero tampoco habías llegado antes.